Como si no tuviéramos bastante ya con los problemas que el hombre le ha causado a la Naturaleza, ahora también contaminamos nuestro sistema nervioso central a través de la visión. El sentido de la vista es el que tiene mayor incidencia en la percepción del entorno, al producirse una especie de "stress visual" por un cambio o desequilibrio en el paisaje las reacciones psicofísicas del hombre se ven alteradas.
Desde mi ventana veo el cielo, es por eso que noches atrás asomé mi cabeza y levanté la vista, preparada para deleitarme de estrellas titilantes y ¡oh sorpresa! Apenas pude divisar una, tímida y pálida. No había nubes ni mal tiempo, simplemente que las amenazantes y potentes luces de mi ciudad iluminaban tanto el cielo que no dejaban brillar los astros. Me dormí con el recuerdo de una noche lejos y en el campo, donde todavía nos maravillan.
Al día siguiente me propuse un juego camino a mi trabajo: mirar el paisaje de mi Buenos Aires sin leer ni distraerme. Pero no pude. Cada pared tenía un graffiti pintado a medias cubierto por enormes afiches, cada poste o árbol lucía publicidad pegada, colgada o clavada. Miré hacia arriba y los cables se peleaban por enroscarse y multiplicarse a cada metro. Más allá imponentes propagandas pintadas en moles arquitectónicas disímiles unas de otras como queriendo evitar a toda costa cualquier asomo de armonía. Llegue a mi lugar de trabajo con una cantidad de información increíble ya que incluso las pocas cuadras que camino, a pesar de haberlas recorrido mirando el piso, allí también encontré material de lectura.Mientras, procesaba que Juli cumplió quince años y que sus amigas la quieren, que el corte en tal peluquería me cuesta ocho pesos y que el lavado viene gratis, que tal o cual se postuló para senador y que esos carteles eran publicidad ilegal, que hay un señor que pica cordones de vereda, que salió una nueva camioneta, que a Noelia le gustan los Redondos, que aguante Boca, que el Tarot, que los estrenos de cine, que la compañía de seguros, que el teléfono ahora tiene tarjeta, que.... ¡BASTA! ¡Me superaron! "Me contaminaron el cerebro" pensé, y era cierto, porque contaminaron mi paisaje.
Hete aquí que investigando obtuve una definición de lo que es este fenómeno, al que llaman contaminación visual. La definición es sencilla y muy explicativa: contaminación visual es el cambio o desequilibrio en el paisaje, ya sea natural o artificial, que afecta las condiciones de vida y las funciones vitales de los seres vivientes. ¡Y vaya si me había afectado! ¿Por qué? Porque como toda "máquina" que procesa datos, nuestro cerebro tiene un límite de absorción de los mismos. Si consideramos que el sentido de la vista es el que tiene mayor incidencia en la percepción del entorno no es difícil entender que cuando una imagen supera el máximo de información que el cerebro puede asimilar (estimado en 4 bits/seg) a producirse una especie de "stress visual" las reacciones psicofísicas del hombre se ven alteradas.
Vayamos por partes. Ya tenemos una definición de contaminación visual, ahora veremos sus causas, sus efectos y por último algunas de las medidas que podrían ser viables para solucionar este problema.Como causas de contaminación visual podemos mencionar el exceso de publicidad e información, luminosa o no, en calles y rutas, también edificios que nada tienen que ver unas con otras y que distorsionan el paisaje, el exceso de colores y objetos en espacios interiores, tendido de cables, y así sigue la lista.
Espacios interiores: un ambiente carente de estímulos necesarios para el normal funcionamiento de la atención humana es malo, pero peor es un espacio saturado de diferentes fuentes de información y diversidad de objetos y colores. El resultado es una dispersión de la capacidad de concentración. Quién no se ha quedado alguna vez parado frente a una góndola de supermercado repleta de productos incapaz de recordar si realmente necesita alguno de ellos, o mismo en una oficina atestada de muebles, papeles y demás objetos tratando de concentrarse en una tarea específica o de recordar qué buscaba por allí. El grado de eficiencia laboral de muchas empresas o instituciones se encuentra en gran parte afectado por este factor contaminante.
Carteles callejeros: el contenido visual de este tipo de mensaje publicitario resulta extremadamente atractivo, y por ende, produce un alto índice de distracción. Diseño, color, movimiento, luz y tamaño capturan la atención de peatones y automovilistas por igual, aumentando el riesgo de accidentes. Curvas y cruces de rutas ocultos e incluso árboles colocados en un paisaje mal planificado también cuentan. Por la noche los carteles luminosos hacen de las suyas haciendo difícil de distinguir a las luces de los semáforos. Cables y antenas de telefonía celular: una telaraña de cables a menos de un metro de quien asoma al balcón, inmensas moles metálicas de varios metros de altura y fotógrafos incapaces de plasmar un edificio o un monumento histórico libres de estas ataduras visuales. ¿Hay que decir más?
Estilos arquitectónicos disímiles: esto también puede afectar el desempeño psicofísico del ser humano. La mezcla de estilos no sólo atenta contra la estética. El incremento exponencial de la complejidad visual urbana nos lleva a una sobredosis de información saturando aún más nuestros canales sensoriales. Una lectura difícil del paisaje urbano provoca fatiga, frustración, mal humor y agresividad vial. Otro problema es la pérdida de la identidad barrial. En una mayor escala, podemos dar el ejemplo de Buenos Aires, una ciudad rodeada a medias por el Río de la Plata, en donde sin embargo, no es tan fácil ver el agua. Las visuales hacia el río están bloqueadas y sólo accesibles para algún privilegiado.
Basurales: la calidad visual de los edificios se ve disminuida si éstos se encuentran lindantes a un terreno baldío, a otro edificio en ruinas o a un techo usado como depósito de basura y cosas viejas.
Contaminación lumínica: como me ha pasado a mi, a muchos les ha pasado. El levantar la vista y no ver el cielo tachonado de estrellas nos priva de una relación directa con el cosmos; se redujo nuestra escala visual encerrándonos en un mundo inventado donde sólo importa lo que está al alcance de la mano. Las luces altas de los vehículos encandilan a conductores y peatones y podemos concluir aquí que tantas luces oscurecen, o mejor dicho, enceguecen. También aumentan la excitabilidad del individuo y lo someten a un profuso acoso visual.
Como pudimos ver, todas estas causas acarrean diversas consecuencias que podríamos sintetizar diciendo que la contaminación visual afecta nuestra salud porque produce:
Stress
Dolor de cabeza
Distracciones peligrosas (especialmente al volante)
Problemas ecológicos (se rompe el equilibrio ecológico cuando algunas especies se alejan)
Trastornos de atención
Disminución de la eficiencia laboral, mal humor, trastornos de agresividad, etc.
Habría que destacar que el centro de esta cuestión se halla en la conducta de cada individuo en particular. La contaminación visual nos afecta psíquicamente y creamos más de lo mismo que nos sigue afectando. Sin entrar en la discusión de si fue primero el huevo o la gallina, la solución comienza por un cambio de actitud.Arrojar residuos a mansalva mientras nos quejamos o actuando en base a la filosofía del "qué me importa" no vamos a lograr nada. Hay que tomar conciencia del problema, reclamarse a uno mismo una mejor conducta y exigir a los demás idéntico comportamiento y que las autoridades pertinentes tomen cartas en el asunto.
Tomemos el ejemplo de la ciudad de Rosario: el difícil hecho de distinguirlas luz de alto de las luces traseras de los autos se pudo revertir colocando una plancha negra sobre la que se destacan las tres luces del semáforo, tanto de noche como de día.
El tema de la publicidad, por tomar otra de las causas de contaminación visual, es un tanto más difícil de controlar sin una legislación apropiada, no solo en cuanto a ubicación sino también en cuanto a calidad, cantidad y seguridad; o incluso existiendo ésta, sin organismos de efectivo control de cumplimiento de la misma. Pero ¿cuál es el límite de esta "proliferación de publicidad"? Una ciudad que no genera publicidad está comprometiendo su desarrollo, pero tampoco debemos aceptar esta verdad al punto de dejar que el mercado defina a discreción. La ciudad pertenece a todos sus habitantes y no hay derecho a que unos pocos impongan al resto sus particulares criterios publicitarios
Raúl Sampayo, publicista mexicano, agobiado por el peso del uso indiscriminado de algunos medios en su país, piensa que una estrategia de medios adecuada y una creatividad atinada no requieren de tácticas "montoneras" que atropellan a los consumidores y los abofetean con contaminación publicitaria. Plantea entonces una reducción de la cantidad de anuncios, éstos serían entonces más onerosos, en sitios más adecuados al ser los anunciantes más selectivos en sus medios (y viceversa), y los consumidores polarizarían su atención más eficazmente con un mucho menor aturdimiento mental. Al tener un medio, como carteleras, más caro, los consumidores verían con buenos ojos no sólo una mayor calidad creativa, sino también, y por sobre todas las cosas, una importante reducción del aturdimiento visual.Thomas Sprechmann, arquitecto y docente especializado en urbanística estima que la publicidad debe desarrollarse en base a reglas de juego racionales y urbanísticamente viables, como el caso de Japón. Si bien ese país tiene un desarrollo urbanístico explosivo y difícil de controlar, también posee sofisticadas reglas de juego para la publicidad en la calle. No se encentran elementos recargados, agresivos, se juega con la luz dándole un aspecto de liviandad al conjunto, quitando esa sensación colectiva de habitar en una selva de avisos.
Si bien regular totalmente una ciudad es en cierta medida quijotesco, todo puede revertirse si existe una voluntad social activa, emparentada con un cambio cierto de conductas. De cada uno de nosotros. Dar el ejemplo es el primer paso hacia el cambio, defendiendo nuestra calidad de vida a capa y espada. Para que de una vez por todas dejemos de quejarnos y empecemos a disfrutar de un mundo mejor.